martes, 17 de abril de 2012

africa, center of the world

La primera vez que vi África fue el día de Nochebuena de 1982, en que hice mi primera comunión. Había subido por la tarde con mi padre a coger espárragos al monte San Antón de Málaga. En un momento determinado, cuando ya había caído el sol, mi padre se paró mirando al mar y señalando al horizonte dijo: "¡Mira, Míguel, qué bien se ve África!" Yo me quedé boquiabierto.

A la derecha, el puerto de Málaga y la Sierra de Mijas. Al fondo África. Mañana de Reyes de 2012
Efectivamente, por encima del mar, sobre una capa de bruma clara asomaba una hilera de montañitas azules a todo lo largo del horizonte. Alucinaba. Estaba viendo África con mis propios ojos. Para mí África había sido siempre una tierra lejana, casi imposible, que solo existía en las películas de Tarzán y en un libro que me habían regalado por mi cumpleaños y que mis hermanas y yo adorábamos: La extraordinaria aventura de Bachicha en el África misteriosa. Sus páginas estaban abarrotadas de personajes raros que comerciaban, parloteaban, regateaban, se adulaban y se robaban unos a otros en unas cadenas interminables en las que intervenían  por igual personas y animales.

La extraordinaria aventura de Bachicha en el África misteriosa. Texto, Ermanno Libenzi. Ilustraciones, Adelchi Galloni
 Para mí África era eso, y estar viéndola en aquel momento hacía pasar delante de mis ojos todas aquellas imágenes. Casi estaba seguro de que podía distinguir leones, elefantes y guerreros negros al otro lado del mar. Desde entonces uno de mis sueños más recurrentes ha sido siempre uno en el que baja el nivel del mar en el Estrecho de forma que puedo ir a pie vadeando hasta el otro lado, desde donde veo, medio en penumbra, los montes lejanos de mi tierra, que no ofrece misterios. No es un tópico. África está a la vez muy lejos y muy cerca.

El haber pasado 13 meses en Cruz Roja como objetor de conciencia en 1998 me dio la oportunidad de encontrar en la misma organización mi primer trabajo con contrato, como profesor de español para emigrantes. Todos mis estudiantes eran africanos, y salvo dos argelinos y un marroquí, todos eran subsaharianos. En los tres grupos que tuve en total, solo hubo una mujer, de la República Centroafricana. Siempre estaba risueña, salvo cuando se ofendía por las bromas de sus compañeros, que podían ser de lo más crudo.

Uno de los estudiantes, nigeriano, como la mayoría de su grupo, me contó una vez cómo había llegado hasta España. Se reía al ver mi cara de sorpresa. En Lagos a los doce años tu padre te echaba de casa para que te buscaras la vida. Muchos de los jóvenes pasaban años ahorrando hasta que reunían el dinero suficiente para pagar el pasaje en un Land Rover que podía cambiar su destino para siempre. Partían de una ciudad del norte de Níger. El coche iba escoltado por dos hombres con ametralladoras y se adentraba en el desierto cientos de kilómetros hasta un punto en que el combustible que quedaba daba justo para el viaje de regreso. Entonces el vehículo paraba, y los dos hombres armados hacían bajar a los pasajeros apuntándoles con las armas, y les indicaban en qué dirección debían caminar desierto adentro. Después de un tiempo incierto se suponía que debían de llegar a algún lugar habitado en el sur de Argelia. Mi alumno me contaba cómo caminaban bajo el sol como zombis, y cómo fue viendo caer al suelo a sus compañeros uno a uno sin que pudieran hacer nada para ayudarse unos a otros. Aseguraba que de su grupo, del que partieron veintidós, solo llegaron diez. Una vez en Argelia, aún pasaban varios años trabajando en lo que podían hasta que conseguían papeles falsos para pasar a Marruecos o podían pagar a alguien para que les cruzara la frontera escondidos en un camión. Si la policía marroquí los encontraba en ese trayecto, podía matarlos de una paliza, o ponerlos en la frontera, y en todo caso se les acababa la aventura. La última prueba era cruzar la valla de Ceuta. Pasaban días agazapados vigilando a los vigilantes en espera del momento óptimo.

Inmigrantes saltando la valla de Ceuta. Fuente
 Mis alumnos contaban entre risas que los policías españoles eran torpes y blandengues, y que bastaba darles un pequeño puñetazo para que cayeran al suelo lloriqueando (la falta de vocabulario la suplían con una mímica muy divertida). Cruzar la frontera significaba estar por fin dentro de Europa. Una vez en Ceuta los internaban en un centro de acogida hasta que los deportaban, y solo algunos tenían la enorme suerte de que una ONG se hiciera cargo de ellos comprometiéndose a tutelarlos y a buscarles un trabajo. Este era el caso de Cruz Roja, que cada varios meses recibía un grupo de afortunados que llegaban en un barco, y a los que se alojaba en un piso compartido, se les daba una pequeña cantidad de dinero para sus gastos, y se les enseñaba español y una profesión. Los que cayeron en mi grupo, siguieron un módulo de jardinería.

Algunos no terminaban de hallarse en aquel entorno. No habían atravesado toda África a pie para acabar siendo jardineros en España. Su idea era hacerse millonarios, y aquello resultaba un obstáculo para sus planes. Además la profesora de jardinería era una mujer, cosa que no todos aceptaban de buena gana. El pasar tanto tiempo juntos de forma obligada generaba rencillas y rivalidades que a veces podían aflorar en mitad de una clase provocando una pelea. En una ocasión, los dos más grandes del grupo estuvieron a punto de matarse allí mismo. El uno le pegó una puñalada al otro en la cara con un boli Bic. Inmediatamente saltaron de las sillas y se encararon, mejilla contra mejilla, con los labios apretados en una mueca que era a la vez asco, miedo y odio. Recordaban a dos gatos a punto de enzarzarse a mordisco limpio. El que había recibido la puñalada tenía una gota de sangre en mitad de la cara que continuaba hacia abajo con una raya de tinta. Se veía muy bien que el otro tenía una enorme cicatriz en el cuello que -pensé yo en aquel momento- bien podía ser de un machetazo. Le empezaba detrás de la oreja y le desaparecía bajo la camiseta a la altura de la clavícula. Quizá alguno de ellos había sido un auténtico asesino en su país de origen, y su salida no había sido tanto en busca de prosperidad como huyendo de la justicia. Si era así, la posibilidad de hacer de su vida un borrón y cuenta nueva estaba a punto de irse al garete. Los compañeros intentaban separarlos, pero era como separar dos árboles. Mi voz apenas se oía entre los gritos de los demás que discutían acaloradamente tomando partido por el uno o el otro. Cuando parecía inevitable que empezara la carnicería, un alumno del grupo muy pequeñito, se levantó de su silla con un dedo en alto y empezó a gritar muy teatral: "¡En la clase no! ¡No peleamos en la clase! ¡Respeto al profesor!" Y siguió gritando lo mismo en inglés y en su idioma mientras daba saltos alrededor del grupo. Entonces el resto de los compañeros empezó a asentir como si fuera lo más obvio del mundo. Respect the teacher!. Los dos mastodontes parecieron despertar como si hubieran estado hipnotizados y se fueron separando poco a poco, sin cambiar la expresión ni la postura, y luego muy despacio se dieron la vuelta y se sentaron cada uno en su sitio, manteniendo la cara de cabreo y diciendo algo que yo interpreté como: "luego nos vemos en la calle".

El mismo muchacho que había evitado la pelea de los dos compañeros me contó en otra ocasión la historia reciente de su tierra. Hablaba en un pidgin que era para mí bastante difícil de comprender, aunque él juraba y perjuraba que era inglés perfecto, y que quienes hablaban mal el inglés eran los británicos. La narración consistió en una interminable sucesión de luchas entre pequeños tiranos que una vez que llegaban al poder ejecutaban al contrario junto a toda su familia y allegados, y exhibían públicamente su cuerpo mutilado. Lo que más me sorprendió fue la naturalidad con que hablaba de las ejecuciones, describiendo entre risas el movimiento de machetazo, martillazo, degüello, o lo que le hubiera tocado en suerte al desgraciado, como si se tratara de un dibujo animado del Correcaminos. Después de cada tirano llegaba otro que acababa revelándose como un personaje aún más canalla que el anterior, lo que justificaba una nueva sublevación que siempre acababa con la ejecución del antecesor en un alarde de imaginación que siempre buscaba el fin más humillante para el defenestrado.

Por aquella época yo había descubierto al músico nigeriano Fela Kuti y solía llegar a clase escuchándolo en el coche. Una vez, sabiendo que era compatriota de parte de los miembros del grupo, les pregunté si lo conocían. Uno de ellos levantó la mano muy serio y dijo: "Profesor, Fela Kuti es mi padre". Me quedé en silencio sin saber si creérmelo. Yo había oído que Fela Kuti se había casado con 27 mujeres, así que bien podía ser cierto. "¿De verdad?", le pregunté. Entonces hubo una carcajada general, y el alumno me explicó que no del todo, pero que Fela Kuti era como un padre para muchos nigerianos. Les pregunté si seguía vivo y nadie supo decir si lo estaba o no. En realidad había muerto unos pocos meses antes, y con él quizá había muerto también la poca esperanza que hubiera habido de que su país levantara la cabeza en algún momento. El mundo del que venían mis alumnos era muy parecido al África postcolonial que Fela Kuti había criticado en sus canciones de los años 70, y desde luego si desde entonces había habido cambios, estos habían sido a peor. De hecho es por la superpoblación y el desarraigo en las grandes ciudades por lo que tantos jóvenes decidían jugarse la vida atravesando el desierto y el mar en busca de un destino mejor.

Fela Kuti. Fuente
 Fela Kuti mezcló sabiamente elementos de la tradición musical nigeriana y anglosajona, lo que no solo constituyó una de las claves de su éxito, sino que supuso una importante influencia para la música de su tiempo y para la posterior. A Fela Kuti se le considera el padre del afrobeat, un estilo que sobre una base rítmica de percusión, bajo y guitarra, añade secciones de vientos y teclado propios del jazz, y coros de respuesta al modo de la música tradicional de la cultura yoruba. La percusión utiliza, casi sin alteraciones, los ritmos e instrumentos de la música highlife de Ghana y la tradición yoruba, de la que son un buen ejemplo los conjuntos dundun, o "tambores parlantes". Las lenguas yoruba están basadas en la tonalidad, y estos tambores conversan entre sí como si realmente hablaran, generando una polifonía bastante compleja. Aquí un ejemplo digno de verse y oírse. Es raro que un tema de Fela Kuti dure menos de diez minutos. El ritmo machacón prolongado va generando una atmósfera envolvente que fácilmente puede llevar al trance.

Esa atípica duración de los temas se debe a que la música en la Nigeria de Fela Kuti no tenía la consideración de espectáculo escénico ofrecido para un público, ni mucho menos la de un producto elaborado para ser reproducido a través de una emisora de radio entre anuncio y anuncio, sino que se consideraba un acontecimiento, una fiesta, en la que todos los que asistían participaban de alguna forma. La banda de Fela Kuti podía tener treinta artistas actuando a la vez en el escenario. Los músicos tocaban largo tiempo dejando que cada cual se luciera en solitario, como en una jam session, mientras iban entrando y saliendo los bailarines y bailarinas. La parte cantada solía introducirse en la segunda mitad de la canción, después de un prolongado crescendo instrumental. El texto coincidía con la parte más intensa, lo cual aumentaba la fuerza emocional del mensaje, y después seguía otra parte instrumental más breve que iba relajando la intensidad poco a poco.

En el siguiente vídeo puede verse a toda la banda en acción en una actuación de 1978 en Berlín. No la he elegido tanto por el tema musical, como por lo bien que recoge la presencia en el escenario del artista y su troupe. Destacaría la belleza atlética y la gracilidad de las bailarinas, con una especie de erotismo natural y desenfadado que hipnotiza.



Pero quizá Fela Kuti no habría trascendido las fronteras de su país ni sobrevivido al paso del tiempo si no hubiera decidido un buen día de 1969 convertir su música en un instrumento de denuncia y de lucha política. Fela se había criado en un entorno de activismo. Su madre, Funmilayo Ransome Kuti había sido una activista del feminismo que llegó a ser ministra de trabajo y consiguió el voto para las mujeres en 1957, cuando Fela tenía 20 años. Funmilayo era amiga personal de Kwame Nkrumah, héroe de la independencia de Ghana y su primer presidente. Ghana había sido el primer país africano en lograr la independencia en todo el continente. Nkrumah era uno de los principales ideólogos del panafricanismo, y creía en la posibilidad real de lograr un África independiente y unida. Fela lo conoció con 18 años, y quedó marcado por su figura. En 1958 se trasladó a Londres para estudiar medicina, pero una vez allí prefirió matricularse en el Trinity College of Music. Posteriormente pasó una temporada en Ghana y en 1969 viajó con su grupo a Estados Unidos, donde conoció a la cantante y activista californiana Sandra Smith, miembro de los Black Panthers, que se convirtió en su amante y su maestra durante los diez meses que pasó en Estados Unidos. Fue ella la que le animó a llenar sus canciones de contenido sociopolítico. Estados Unidos, y especialmente California, estaba en plena esfervescencia antibelicista y de lucha por los derechos de los negros. Sandra Smith cuenta que en una ocasión asistió a un ensayo del grupo, y como no entendía la letra, le preguntó a Fela qué era lo que cantaba. Él le respondió que estaba cantando sobre su sopa. Ella empezó a reírse y le dijo que aquello no tenía sentido. Le sugirió que cantara acerca del orgullo africano. Fela le contestó que en África no tenían orgullo.

Sandra hizo de chófer de Fela durante su estancia en América. En una ocasión lo llevó a una audición para Disneyland. Estaban buscando un verdadero músico africano. Fela hizo la prueba y Disney lo rechazó. Le dijeron que lo que hacía no era música africana. Querían una música que pudieran utilizar en Adventureland, y la de Fela no les pareció suficientemente primitiva o selvática. Sandra confiesa que ella nunca antes había conocido a un africano urbanita y no tenía ni idea de la actividad que había en las ciudades. Fela también enseñó muchas cosas a Sandra Smith que le hicieron caer en la cuenta de la ignorancia que tenían los negros de Estados Unidos sobre su propio pasado. En el colegio nunca le habían enseñado nada de historia de África. Él le habló de los grandes reyes y de cómo era la vida en las ciudades africanas. 

A su regreso a Nigeria, Fela cambió el nombre de su grupo, que pasó a llamarse África 70, y empezó a cantar canciones de denuncia. Y ahí empezaron también sus problemas. En 1976 Sandra Smith viajó a Nigeria donde hizo de intérprete para uno de los temas más redondos de Fela Kuti, y un buen ejemplo del contenido político de sus canciones. Se titula Upside Down, que, según el contexto, se podría traducir como "patas arriba".



Aunque la intérprete es californiana, la letra está escrita en el pidgin de Lagos, por lo que es bastante difícil de entender. En ella llama la atención sobre cómo la expresión upside down describe la situación de Africa, donde todo es caótico y las personas no tienen conciencia de su propia cultura:

People no give their African name
People no dey think African style
People no know Africa way
For Africa man house, I don’t see
Communication disorganize
Agriculture disorganize
Electric disorganize
Everything is upside down

El propio pidgin en el que canta la artista muestra la fuerte aculturación que ha afectado a los nigerianos. En realidad Fela decidió utilizarlo en sus canciones con la intención de que el mensaje llegara al mayor número posible de africanos. Hay que pensar que solo en Nigeria conviven 514 lenguas, aparte de las que ya se han extinguido a lo largo de los siglos pasados. En la canción puede oírse cómo en el pidgin que utilizan no solo se mezcla el inglés con la lengua nativa, sino también con el francés (boku = beaucoup). Aquí tenéis la letra completa y una explicación en inglés (vale también para la mayoría de las canciones que cito).

Pero el activismo de Fela no se queda en la mera crítica, aunque ésta ya en los primeros años lo llevó varias veces a la cárcel. Cuando volvió a Nigeria fundó en la antigua casa de su familia en Lagos la Kalakuta Republic, una especie de comuna que alojaba un estudio de grabación y en la que vivían las personas relacionadas con la banda. También fundó el club nocturno Afrika Shrine, que se convirtió en el centro de la actividad artística y política contestataria de Nigeria. Fela levantó un muro alrededor y declaró Kalakuta territorio independiente del Estado de Nigeria, lo que suponía una abierta provocación al gobierno militar; por ello eran frecuentes las redadas del gobierno en Kalakuta. En 1977 Fela publicó el album Zombie, en el que comparaba a los soldados del ejército nigeriano con zombis:

Zombi no go go unless you tell em to go
Zombi no go stop unless you tell em to stop
Zombi no go turn unless you tell em to turn
Zombi no go think unless you tell em to think

Tell em to go straight joro jara joro
No brain no job no sense joro jara joro
Tell em to go kill joro jara joro
No brain no job no sense joro jara joro
Tell em to go quench joro jara joro
No brain no job no sense joro jara joro

Unos meses después, más de mil soldados arrasaron y redujeron a cenizas las instalaciones de Kalakuta, destruyendo el estudio, los instrumentos y todas las grabaciones master. Mutilaron genitales de hombres y violaron a muchas de las mujeres y niñas que vivían en el complejo. Sacaron a Fela a rastras agarrado literalmente de los genitales y le propinaron una paliza que lo dejó medio muerto, con fractura de cráneo y los dos brazos rotos. Los soldados también tiraron a su anciana madre por una ventana de un segundo piso, que murió unos meses más tarde a consecuencia de las heridas. Fela tuvo que recuperarse en el hospital de una prisión y exiliarse a Ghana un mes más tarde. En respuesta al ataque hizo enviar el cadáver de su madre a las Dodan Barracks, el cuartel general del ejército y residencia del Jefe de Estado, el general Olusegun Obasanjo. La intención de Fela era que el propio Obasanjo, también yoruba, tuviera que participar en la retirada del ataúd por miedo a enfurecer a los espíritus. Poco después publicó dos canciones que hacían referencia a este acontecimiento:  Unknown Soldier; en 1979, referida al informe oficial que declaraba que el ataque a Kalakuta había sido obra de "soldados desconocidos" y Coffin for Head of State de 1980, en la que cuenta el suceso con el ataúd de su madre. Por cierto, si prestas atención a los coros de esta canción escucharás cómo se repite la expresión waka, que africaniza el término inglés walk (caminar). ¿Te suena?  A finales de 1981 Fela fue acusado de robo a mano armada (que conllevaba pena capital) y Kalakuta fue asaltada una vez más, volviendo él a quedar herido de gravedad. Vale la pena ver el siguiente trozo de documental (en inglés con subtítulos en portugués) donde no sólo se documentan los dos asaltos a Kalakuta, sino que se pueden admirar la retórica y las dotes narrativas de Fela.



Un año más tarde, coincidiendo con el aniversario del ataque a Kalakuta Republic Fela se casó en un solo día con 27 mujeres, la mayoría de ellas bailarinas y cantantes de su grupo. Esta acción, junto con las acusaciones de trato despótico al personal de servicio de Kalakuta y ciertas declaraciones en las que rechazaba la homosexualidad ensuciaron parcialmente su imagen. En el caso de sus 27 esposas, él defendió su acción declarando que no tendría relaciones maritales con todas sus mujeres, y que lo había hecho como una forma de ampararlas tras haber perdido su empleo con la destrucción de Kalakuta. Según él, la tradición africana dictaba que cuando una mujer quedaba en la indigencia era la obligación de un hombre de su comunidad el tomarla como esposa. 

Kalakuta Queens. Fuente

Posteriormente publicó el tema ITT (International Thief Thief), cuyo título juega con las siglas de la International Telephone & Telegraph Company, a la que pone como ejemplo de compañía corrupta al servicio de intereses extranjeros. Fela acusa a las multinacionales europeas y extranjeras de enseñar a los nigerianos a extraer petróleo ("carry shit") convirtiéndolos en esclavos. En la canción dice que en todas las lenguas africanas se utiliza la palabra "mierda" para hablar del petróleo. Para Fela, las grandes compañías habían tomado el relevo de las antiguas potencias coloniales sin que nada hubiera cambiado.

Fela menciona expresamente a Obasanjo y Abiola. Curiosamente ambos habían sido compañeros de clase de Fela Kuti en su ciudad natal, Abeokuta. Abiola había sido el director del periódico escolar The Trumpeter, y Obasanjo el redactor jefe. A Obasanjo ya lo conocemos. Había apoyado el golpe de Estado de Murtala Mohammed en 1975, y cuando éste fue asesinado accedió al poder. Unos meses más tarde del suceso con el ataúd de la madre de Fela, el dictador recibiría en la misma puerta de las Dodan Barracks al presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter en una visita histórica. La crisis del 73 había hecho especialmente apetecibles las bolsas de petróleo del delta del Níger. Sin embargo posteriormente renunció a la jefatura de Estado permitiendo la celebración de elecciones democráticas, algo insólito en África hasta entonces. Abiola, por su parte, era en aquel momento el presidente de la ITT Corporation. En 1993 llegó a ser presidente electo de Nigeria como representante del partido socialdemócrata. Ambos personajes son considerados actualmente filántropos y padres de la patria en Nigeria. Ambos, junto con el propio Fela, son una muestra de la ambigüedad de los hombres poderosos en Nigeria, cuyas figuras quizá se entenderían mejor si se compararan con los reyes locales tradicionales del África Occidental o los senadores romanos. El mismo Fela quiso presentarse a las elecciones presidenciales de Nigeria dos veces, y dos veces se lo impidió la junta electoral. En 1979 y 1983 se postuló para las elecciones presidenciales a través de su partido, el MOP (Movement Of the People), cuya ideología en realidad no era otra que Fela Kuti. Es famosa la anécdota según la cual toda su banda lo abandonó en mitad del Festival de Jazz de Berlín de 1978 cuando se corrió el rumor de que pretendía utilizar los ingresos del festival para su campaña electoral. Habría que preguntarse qué habría sucedido si Fela hubiera llegado al poder. En realidad no tenemos ninguna seguridad de que hubiera sido un buen gobernante, ya que carecía de formación política. Quizá se hubiera convertido en un reyezuelo más, incapaz de concilar a tantos grupos enfrentados dentro de un Estado artificial como es Nigeria. Pero es posible que en el fondo él no aspirarse realmente al gobierno, sino que solo se proponía hostigar a gobernantes prepotentes y serviles con los gobiernos extranjeros.

No es casualidad que haya elegido el tema que aparece a continuación como título de esta entrada: Africa Center of The World (1980). Se trata de un auténtico himno al panafricanismo y a la independencia de África. Inspirado, sincero, convincente, y lleno del orgullo que Fela echaba en falta entre los africanos después de siglos de caos y esclavitud. A partir de una anécdota terrible, Fela despliega una encendida arenga en la que llama a la unidad de todos los africanos del Mundo. En ella recuerda cómo en su época de estudiante en Londres la gente le tocaba el culo por la calle preguntándole dónde tenía la cola, comparándolo con un mono. [los coros aparecen entre corchetes y se repiten después de cada verso. La transcripción es mía, así que puede tener errores. Yansh significa culo]:

Do you know? [WHY, WHY, WHY]
Why English man like to touch my yansh?
They would like to touch my yansh, and my back
 Ignorance
That is The reason [IGNORANCE]
They said I got a tail
Like monkey tail
You see what I mean



Tras la muerte de su madre, al principio de los años 80, Fela empezó un acercamiento a la religión yoruba. Cada noche interrumpía sus conciertos para realizar un ritual en el que rendía culto a los espíritus tradicionales mezclados en el mismo altar con los de Malcom X, Martin Luther King, Kwame Nkrumah o su propia madre. Después continuaba el concierto con normalidad. En realidad el ritual había sido un número más del espectáculo, pero el concierto entero tenía una dinámica similar a los oficios de los reverendos protestantes que en América y África arrastran a las masas. En realidad Fela utilizaba la religión como un instrumento más de provocación y de reivindicación africanista. Para él el cristianismo y el Islam eran instrumentos de dominación europea y árabe cuyo fin era someter a los pueblos africanos, lo que aparece como tema central en canciones como Coffin for Head of State o Shuffering and Smiling, y también es un tema recurrente de sus discursos políticos. Algunas de sus letras hoy día le habrían garantizado una fatwa con condena a muerte. Esta actitud en realidad tampoco le ayudaban mucho a hacer amigos en la propia Nigeria, donde diferentes pueblos han adoptado diferentes credos como señal de identidad. Aquí otro trozo de documental en el que se profundiza al respecto.

Fela Kuti explicaba que había bautizado la Kalakuta Republic a partir del nombre de una celda en la que había estado preso en la Central Intelligence Division. Según contaba, cuando en un viaje al África Oriental se enteró de que kalakuta significa "gamberro" o "granuja" en suahili, decidió que aquella palabra encerraba el espíritu que él quería exhibir frente al poder. "Si el gamberrismo es lo que nos va a permitir conseguir lo que queremos, habrá que ser gamberros, porque hay que ser gamberros con la gente corrupta". La anécdota a la que se refiere en Expensive Shit, una de sus canciones más aclamadas, es otro ejemplo de ese gamberrismo: en una ocasión la policía intentó inculparlo metiéndole un porro en el bolsillo (Fela era un porreta empedernido). El policía le dijo "¡Mira lo que hemos encontrado en tu bolsillo!"; y Fela le dijo que no veía nada. El policía se acercó para enseñarle el porro, y Fela se lo arrebató y se lo comió. Entonces la policía lo encerró en la prisión de Alagbon esperando utilizar sus heces como prueba, pero Fela consiguió que otro preso le pasara las suyas, y la policía tuvo que soltarlo. Fela se recochinea diciendo que los policías no tienen digindad porque huelen a mierda y su trabajo es mirar culos. Desde luego, si algo fue Fela Kuti, es un grano en el culo de los gobernantes nigerianos, que se infectaba cada vez que se les ocurría reventarlo. A consecuencia de su rebeldía, que se inflamaba a cada revés, Fela estuvo innumerables veces en la cárcel. En 1984 fue condenado por evasión de capitales a 10 años, de los cuales cumplió uno solo al caer el gobierno que lo había encerrado.

Fela Kuti murió de SIDA en 1997. Un millón de personas, nigerianas y extranjeras, inundaron las calles de Lagos el día de su funeral. El cortejo tardó siete horas en recorrer una distancia que apenas llevaría treinta minutos en condiciones normales. Un camión con una banda de música iba tocando sus temas más conocidos en directo. Probablemente nadie haya mostrado más amor por África ni haya sido más tenaz en la defensa de la dignidad de su gente. Fela Ransome Kuti cambió su apellido Ransome, que él consideraba un nombre de esclavo, por Anikulapo, que significa "el que lleva la muerte en su bolsillo", según Fela, el nombre de un rey. Es bien comprensible que los jóvenes nigerianos le sigan llamando "padre" hoy día. Desde 1997 se viene celebrando un festival anual en homenaje a Fela Kuti llamado Felabration, organizado por sus hijos, que dura una semana, y al que acuden miles de personas.

En los comentarios de uno de sus vídeos he leído una anécdota cuya veracidad no he podido comprobar, pero que muestra bien la imagen que de él se tiene en su país y en la región: Una vez el presidente de Nigeria se compró un Rolls Royce último modelo del que estaba muy orgulloso. Fela Kuti se compró otro igual, le arrancó la parte de arriba, lo llenó de basura y lo aparcó en la puerta del palacio presidencial para decirle: Usted, señor presidente, es una basura.