martes, 28 de febrero de 2012

Tierra y libertad


Una de las cosas de las que podemos presumir los andaluces es de tener un himno bonito. Lo digo sin empacho porque creo que le puede gustar a cualquier persona, sea o no andaluza. A mí, desde pequeño siempre me ha emocionado. 

El verano pasado me fui a dar un paseo en hidropedal con mis tres sobrinos mayores, María, Cristi y Manu (de siete, nueve y once años) y uno de ellos propuso que cantáramos una canción. Antes de que me diera tiempo a sugerir algo, Cristi dijo: “¡El himno de Andalucía!”. Inmediatamente, y ante mi asombro, los tres empezaron a cantarlo, y comprobé cómo se lo sabían de memoria de cabo a rabo. Yo me quedé avergonzado porque no recordaba más que el estribillo, pero en un par de rondas me refrescaron la memoria, y acabamos los cuatro cantando a grito pelado.

Los andaluces no somos hoy por hoy un pueblo especialmente nacionalista, al menos no en lo que se refiere a la reivindicación de una Andalucía independiente. Pero ese tipo de afirmaciones hay siempre que relativizarlo, porque el sentimiento nacionalista siempre depende de la situación histórica de cada pueblo y de su relación con los vecinos. Por eso es difícil rechazarlo o aceptarlo categóricamente. Yo puedo entender los nacionalismos que reaccionan contra la represión de otro nacionalismo más prepotente; aunque también es habitual que quien ataca se justifique precisamente en el victimismo. Pero nunca, ni en el caso de los oprimidos ni en el de los privilegiados, entenderé que alguien desprecie a otra persona a la que no conoce por el simple hecho de pertenecer a los otros. Pocas cosas me fastidian más que encontrarme con alguien que se empeña en demostrarme lo diferente que es cuando lo que yo intento es buscar un acercamiento.

Tiendo a decir que lo que yo tengo de andaluz es solo lo inevitable, lo que forma parte de mi naturaleza más indeleble. Mis recuerdos de infancia, los paisajes que llenan mi memoria, y una cierta actitud ante la vida que creo que si se exportara haría que el mundo fuera más hermoso. Ante todo reivindico el derecho de los andaluces a hablar como nos dé la gana, sin que por ello haya que exagerar rasgos ni imponer normas. Cuando alguien se atreve a insinuar que mi lengua es incorrecta o inferior a otras lo atajo diciendo que lo que me ha enseñado mi madre, y me sirve para comunicarme con ella y con mi gente no puede estar mal. Y esto lo dice alguien enamorado de las lenguas y a quien no le importaría poder hablar con cualquiera en su propio idioma.

La letra del himno de Andalucía la escribió Blas Infante, el padre de la Nación Andaluza.


A pesar de encerrar una reivindicación nacionalista y política, el autor tuvo la elegancia de elegir expresiones lo suficientemente abiertas y universales para que el himno fuera aceptado por cualquier andaluz independientemente de su ideología. Además transmite un mensaje altruista que destaca la voluntad de los andaluces de mejorar la humanidad. Solo hay una palabra que ha sido motivo de controversia a lo largo de los años. Aunque se suele hablar de tres versiones del himno, en realidad esas tres versiones solo difieren en esa palabra. La letra que hoy se considera oficial es la que fue aprobada por la Ley 3/1982 de 21 de diciembre sobre el Himno y el Escudo de Andalucía:

La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!

Podemos escucharla en esta versión sencilla, pero que puede agradar a cualquiera:


Y la palabra objeto de discusión es, cómo no, España. La ley citada dice que la letra que aparece arriba es la que se contiene en la partitura original. Sin embargo eso es cierto solo a medias, porque es verdad que la partitura que se conserva incluye esta versión, pero la versión de la Asamblea de Ronda de 1918, en que se aprobó la letra por primera vez, en realidad dice Iberia en lugar de España; por eso algunas personas creen que la letra debería quedar como en la versión de Ronda. La razón por la que Blas Infante eligió Iberia es que él concebía una federación panibérica de estados independientes en la que también estuviera incluído Portugal; pero los nacionalistas portugueses se opusieron a formar parte de cualquier unidad que pudiera dar a entender su integración en España, por lo que rechazaron la letra, que el propio Blas Infante decidió cambiar en versiones posteriores. La tercera variante es la que suelen utilizar los andalucistas nacionalistas, y sustituye España por los pueblos. En realidad si se eliminara la palabra, la canción no perdería mucho de su sentido, ya que al hacer referencia a la humanidad se entiende que todos están incluidos, pero la política es así.

Pero la reivindicación nacionalista y política de verdadero peso a la que me he referido arriba, que Blas Infante incluyó intencionada, aunque sutilmente, está en la famosa frase “pedid tierra y libertad”, ya que con la palabra tierra Blas Infante reclamaba una reforma agraria que acabara con los males congénitos de Andalucía y de su economía, basada en latifundios obsoletos y muy poco productivos. La palabra libertad en realidad se refería a la independencia de lo que Blas Infante y los nacionalistas andaluces consideraban el yugo español. La asamblea de Ronda promovía el reconocimiento de Andalucía como Estado independiente ante la Sociedad de Naciones. Sin embargo la letra ha trascendido al contexto histórico en el que surgió y puede hoy ser interpretada en un sentido menos específico, o de acuerdo con las circunstancias históricas actuales, que le darían un sentido algo diferente, aunque no menos reivindicativo.

Blas Infante fue un personaje muy inquieto, que maduró sus ideas a lo largo del tiempo. La conciencia política y social, y el compromiso con los jornaleros andaluces surgieron durante su ejercicio como notario en diferentes pueblos de Andalucía. En 1924 se convirtió al Islam, una de sus decisiones más criticadas, y utilizada sobre todo por la derecha "cristiana" para desacreditarle. Probablemente pretendía fundir en su propia persona lo que él consideraba dos pilares fundamentales de la cultura andaluza: la herencia romana, simbolizada en el Hércules que figura en el escudo de Andalucía; propuesto por él mismo, y el pasado musulmán simbolizado en los colores de la bandera. Blas Infante siempre mostró un especial interés por la tragedia de los moriscos, los últimos de los cuales habían sido expulsados apenas doscientos años antes. En 1936 fue fusilado por miembros de la Falange en la carretera de Carmona a Sevilla, sin previo juicio ni sentencia. Cuatro años más tarde fue juzgado de forma póstuma, y condenado simbólicamente por haber formado parte de una candidatura revolucionaria en las elecciones republicanas de 1931 y por su vinculación con el andalucismo.

La melodía del himno la compuso el maestro José del Castillo Díaz inspirándose en el Santo Dios, un canto popular religioso ampliamente extendido por España, que se cantaba especialmente en comarcas agrícolas andaluzas. Se trata de una composición de ritmo lento con caídas tonales al final de los versos, un rasgo común con otras composiciones populares españolas emparentadas con el fandango. El himno lo interpretó por primera vez la Banda Municipal de Sevilla, de la que José del Castillo era director, en la Alameda de Hércules, el 10 de julio de 1936, una semana antes de que estallara la Guerra Civil. Posteriormente se han adaptado diferentes versiones cuyas diferencias estriban sobre todo en la coincidencia de los acentos musicales con el texto, en el uso o no de polifonías, y en el acompañamiento.

Yo tengo preferencia por las que se cantan de forma espontánea y más o menos desordenada. No me agradan mucho las polifonías, ni los arreglos orquestales grandiosos, ni aquel aflamencamiento que intenta añadir a cualquier precio una nota personal. En general entiendo que el himno debe ser del pueblo, y oficializar una variante que no pueda ser cantada por cualquier andaluz entraña cierto riesgo de que le sea arrebatado. 

No obstante, voy a recomendar dos versiones que encuentro interesantes porque han tenido cierta trascendencia histórica. La primera es de Jarcha, que por la época en que se grabó, coincidiendo con la Transición y el Estatuto de Autonomía de Andalucía, y por el propio éxito del grupo, fue muy popular.



La segunda es de Rocío Jurado. Aunque el toque personal es inevitable, creo que es una versión sincera, limpia y no demasiado pretenciosa; y además la canta una artista con una voz excepcional.



Para quien tenga curiosidad por el flamenco, recomiendo un disco en el que artistas de las ocho provincias andaluzas hacen versiones adaptando el himno a palos muy diversos, característicos de cada una de las provincias. Intervienen artistas de la talla de Carmen Linares, Paco de Lucía, Enrique y Estrella Morente, o Chano Lobato entre otros. Se titula Flamenco por Andalucía, España y la humanidad, y puedes escucharlo entero aquí.

sábado, 25 de febrero de 2012

¿qué es la música? (prólogo)

Valga este pequeño relato epistolar como prólogo a la serie "Qué es la música" que empiezo a publicar hoy:


Estimado señor Korhonen:

Le escribo como redactor jefe de la revista Nahka Ja Nastat a la dirección de correo electrónico que figura en su blog Yö Madridissa. Conozco el blog porque tengo familiares en España que lo leen a diario. Sinceramente lo encuentro divertido y a la vez bastante riguroso en los contenidos. Por lo que cuenta en sus crónicas, los españoles son realmente graciosos a veces, aunque otras deben de ser insoportables. Me dirijo a usted porque me gustaría solicitar su colaboración para cubrir un acontecimiento puntual. Se trata del concierto histórico que dará en Madrid la banda de música heavy The Freewheelin’ Franklins. Probablemente sepa que llevan quince años separados y que se han vuelto a unir exclusivamente para esta gira. La única ciudad europea donde darán un concierto es Marbella, por residir allí dos de sus componentes desde hace años. Dado el fervor existente en nuestro país por este grupo, cuyo cantante, como usted sabrá, es finlandés, consideramos importante ofrecer una crítica en nuestra revista. Sé que no dedica mucho espacio a la música en su blog, pero estoy seguro de que sabrá hacerlo bien. Le ofrecemos 700 € por el trabajo. Le aseguro que normalmente no pagamos tanto por corresponsalías.

En espera de su respuesta, le saluda atentamente,

Onni Virtanen

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Hola Mami, 

me han escrito de una revista para que les haga la crónica de un concierto de rock. Me pagan 700 € y no sé qué hacer. Aquí eso es mucho dinero y me viene justo cuando estaba al límite. ¿Qué hago?

Un besote,

Juhani

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Hijo mío,

cada vez te entiendo menos. Creo que te estás españolizando demasiado. La mujer esa te tiene trastornado. El simple hecho de que me hagas una pregunta así me deja boquiabierta. Tú sabrás si te quieres meter en líos.

Besos,

äiti

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Estimado señor Virtanen:

Le agradezco la confianza que deposita en mí al hacerme este ofrecimiento. Aceptaré gustoso el encargo. Quisiera saber si es posible recibir algún tipo de acreditación como representante de prensa. Si no tienen inconveniente, preferiría que mi firma no apareciera en el artículo. Bastará con que figure el nombre de la revista.

Saludos cordiales,

Juhani Korhonen

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CONCIERTUS INTERRUPTUS EN MARBELLA

La noticia musical de ayer fue sin duda el infarto que sufrió en directo sobre el escenario el cantante estadounidense de origen finlandés Olavi Nieminen, más conocido como Frank Fronkonstin, líder de los Freewheelin’ Franklins. El lamentable incidente fue presenciado en directo por los quince mil espectadores que abarrotaban el estadio de fútbol de Marbella, y también captado y retransmitido por las cámaras de televisión, dando la vuelta al mundo en cuestión de horas. Afortunadamente el artista se recupera en el hospital; aunque nadie podrá reprocharle que en su único concierto en Europa no se dejara la piel en el escenario. Poco antes de su desvanecimiento, el cantante había trepado por una columna de sonido de unos cuatro metros, cuya cima coronó con esfuerzo, llegando arriba visiblemente agotado. Su intención era cantar desde lo alto, pero tuvo que hacer señas al guitarrista para que tocara un solo mientras se recuperaba sentado en el borde del altavoz. Los operarios del backstage le colocaron una escalerilla por la parte trasera y el artista bajó por su propio pie, e incluso cantó la última estrofa de la canción, pero la sangre había dejado de correr por sus venas y cayó al suelo como un muñeco.

Si, como habían anunciado, ésta iba a ser la última gira del grupo, ahora sí está claro que los espectadores allí presentes, parte de ellos finlandeses, asistieron sin saberlo al canto del cisne de este gran grupo histórico de la música heavy. Sin embargo el teatral desvanecimiento del artista al final del clásico tema Red Hot Chains solo fue el colofón de un irrepetible espectáculo infernal en el que los siervos de Satán sintieron más cercana que nunca su tórrida presencia. Porque sí, los Franklins supieron invocar una vez más al señor de las tinieblas con la misma capacidad de convicción con la que lo hacían veinte años atrás; y el espíritu del maligno sobrevoló las cabelleras rizadas que miles de espectadores agitaron durante toda la noche. 

El espectáculo había comenzado con una catarata de sonido procedente de la Harley Davidson sobre la que irrumpió en el escenario el antaño rubio baterista Frederick Freekowstky. Por el lado opuesto apareció galopando en un caballo negro el solista y guitarra Frank Fronkonstin entre un estruendo de batería que hizo vibrar el vientre de todos los asistentes, mientras que el bajista del grupo, Phineas Toledo, descendió desde el cielo pilotando un minihelicóptero que emitía haces de láser en todas direcciones y aspersionaba mezcal sobre el público. Los temas clásicos se fueron sucediendo al galope uno tras otro sin que disminuyera el ritmo más que para la obligada interpretación de la balada Drought and Storm. Guitarreos trepidantes, bajos poderosos y una batería que parecía que iba a echar abajo las paredes del estadio cumplieron las expectativas de hasta el más escéptico de los asistentes.

El diario local informaba esta mañana de que el vodka se había agotado ayer por la tarde en toda la provincia, según su versión, por la gran demanda de los turistas finlandeses. Verdad o no, lo cierto es que el ambiente fue de ebriedad generalizada y que se pudieron presenciar excesos propios de los festivales históricos de los 70, con peleas, sexo explícito, comas etílicos, e incluso un parto que coincidió precisamente con el momento en que el carismático solista sufría su ataque al corazón, razón por la que un grupo de espectadores hizo correr la voz de que el artista se estaba reencarnando. No fue así, aunque la madre ha comunicado ya a la prensa que el recién nacido, un saludable varón, será bautizado con el nombre del cantante. Sin duda cuando despierten de la resaca, los asistentes al concierto tendrán la certeza de haber presenciado en primera persona una página importante de la historia del metal.

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Querido amigo,

estoy entusiasmado con su crónica. Es cierto que el desgraciado accidente le facilitó las cosas, pero el texto es francamente bueno. Era justo lo que necesitábamos. Dado el éxito de su debut, quisiera preguntarle si se sentiría usted capaz de escribir otro artículo, esta vez sobre un concierto de música clásica, para la revista Murtosoinnut, de nuestro grupo editorial.

Espero impaciente una respuesta afirmativa.

Saludos cordiales,

Onni 

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Estimado señor Virtanen,

una vez más, le agradezco los elogios, que considero inmerecidos, pero debo declinar su ofrecimiento. No creo tener conocimientos de música clásica suficientes como para ello.

Un saludo,

Juhani Korhonen

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Estimado Juhani,

sé que será usted capaz de hacerlo. No es necesario un artículo largo. Se trata simplemente de demostrar a nuestros lectores que nuestra revista está siempre allá donde tiene lugar un evento importante. Confío en usted. Puedo duplicar los honorarios, si eso le convence.

Onni

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LECCIÓN MAGISTRAL

La visita de un dios de la interpretación a ciudades que caen lejos de los circuitos más activos de la música clásica siempre tiene un gran poder de convocatoria, especialmente para aquellos intérpretes que tocan el mismo instrumento. Maestros o aprendices admiran, se comparan, y diseccionan con toda severidad la interpretación debatiéndose entre el elogio más rotundo y la crítica al mínimo detalle, menospreciable en cualquier otro caso, pero decepcionante si se detecta en tales monstruos de la música. Esto es justo lo que ocurrió en el último concierto de Maria Mäkinen en Málaga, en el que casi con toda seguridad la mitad de los asistentes eran violinistas. Los pocos que faltaron debieron tener motivos serios para hacerlo, y seguro que lo lamentaron. La primera parte del concierto estuvo dedicada a Sibelius. No es casualidad que un compositor y una violinista finlandeses coincidieran en Málaga, ya que el programa se encuadraba dentro de las actividades de la Semana de la Cultura Finlandesa organizada por la Embajada de nuestro país en Madrid.

Mientras la orquesta afinaba los instrumentos, se formaban corrillos que comentaban el estado de forma de la artista. El consenso era unánime: Maria Mäkinen ya no se puede considerar una niña prodigio y debe demostrar algo más. Junto a las valoraciones técnicas, obviamente, también se dejaban caer chascarrillos propios de la puerta de un mercado que condensaban a partes iguales la más baja envidia y la admiración de los colegas por la artista.

La expectación, pues, era grande, y lo cierto es que Mäkinen no decepciono y tocó como quizá nadie más sabe tocar el violín en estos momentos. La orquesta local estuvo a la altura, interpretando con limpieza y corrección, y consciente de quién era la protagonista de la noche. 

 Elegir la Valse Triste Op. 44 como pieza de presentación facilitó a la orquesta la captatio benevolentia. La conducción fue limpia y satisfizo a legos y entendidos. El terreno estaba allanado para la exhibición de la estrella de la noche, que atacó, como no podía ser menos, con el Concierto para violín en re menor, Op. 47 de Sibelius, que, como es sabido, Mäkinen toca desde su más tierna infancia, habiéndose convertido por derecho casi en su intérprete oficial; razón por la cual probablemente el concierto congregó a tantos profesionales. La maestría de la violinista pudo comprobarse especialmente en el tercer movimiento, aplaudido con entusiasmo durante varios minutos; reconocimiento que fue correspondido con una interpretación perfecta del Capricho nº 5 de Paganini, igualmente ovacionado por un público acostumbrado a comparar y valorar las diferencias.

Tras la retirada de la estrella visitante, la orquesta acometió una interpretación de la Sinfonía nº 5 de Schostakovich que demostró la excelente forma de un equipo que este año ha apostado por nuevos fichajes, entre ellos también un par de compatriotas.

Pero está claro que la nota singular la había puesto la visita de una estrella de primera línea mundial, y una noche más, la música de Maria Mäkinen sonó como el cristal tallado. Durante el desalojo de la sala, alguien comentó que la encontraba demasiado perfecta, tanto en la interpretación como en el trato personal. “Resulta algo fría, casi antipática”, dijeron. "No es que sea antipática -contestaron- lo que pasa es que es finlandesa".

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Querido Juhanni,

enhorabuena. Has conseguido hacer una buena crónica, informativa, pero sin saturarla de tecnicismos. Además no te limitas a hacer tus propias valoraciones, sino que recoges la opinión y el sentir de otros asistentes, algo que resulta ameno, y aporta cierta objetividad a las valoraciones. Es raro que la gente se lea este tipo de artículos hasta el final, en cambio aquí hemos coincidido todos en la facilidad con que fluye el texto. Nos vendría bien tener a un corresponsal permanente en España. ¿No te interesaría trabajar para nosotros?

Un saludo

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Señor Virtanen:

Una vez más tengo que agradecerle sus elogios; pero lamento decirle que no puedo trabajar en el campo de la música sencillamente porque soy completamente sordo de nacimiento. Esa es la razón por la que en mi blog no dedico ningún espacio a la crítica musical. Como ha podido comprobar, tengo recursos para salir al paso en estos casos, pero, sinceramente, aparte de que me supone demasiado esfuerzo y tensión, sería muy arriesgado llevarlo más lejos. La única razón de esta temeridad ha sido mi apurada situación económica. Espero que no se tome muy a mal la noticia. Yo le garantizo que nadie sabrá en Finlandia que he sido el autor de los artículos.

Atentamente,

Juhani Korhonen

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Señor Korhonen:

Por el bien de todos, espero que sepa usted guardar la debida discreción.

Atentamente,

Onni Virtanen


[Agradezco la ayuda de Enrique García Vivanco para la redacción de este post]

domingo, 19 de febrero de 2012

my favorite things

En mi reciente post acerca de Kutiman, terminé enlazando a un vídeo con un tema de jazz titulado My Favorite Color. En ese post dije que era posible que aquel nombre, relacionado con el estilo de la pieza, tuviera reminiscencias para algunas personas. Aunque no tengo evidencia al respecto, yo sospecho que el título de ese tema pretende rendir homenaje a John Coltrane evocando una de sus obras más celebradas.

La pieza de Coltrane a la que me refiero, en realidad no es más que una de las innumerables versiones que se han hecho de la obra original escrita y compuesta para el musical The Sound Of Music (1959) de Rodgers y Hammerstein, que fue llevado al cine en la archiconocida y multioscarizada versión que protagonizó Julie Andrews en 1965, y que en España se tituló Sonrisas y lágrimas. No está de más mencionar que la fuente de este musical es una película alemana de 1956 basada en las memorias reales de Maria Augusta Von Trapp, publicadas en inglés en 1949 bajo el título The Story of the Trapp Family Singers. Evitaré, no obstante, hablar del personaje para no irme por las ramas.


La versión original (Die Trapp-Familie) fue una de las películas de mayor éxito de la década de los cincuenta en Alemania, e inspiró no pocas de las escenas de la versión de Hollywood. Aunque la primera incluye escenas musicales completas, no es un musical propiamente dicho, y la mayoría de los temas que aparecen son obras clásicas o populares cantadas en un estilo intermedio entre el operístico y el de la canción popular. Hay que atribuir, por tanto, a Richard Rodgers la calidad melódica y la frescura de las canciones que aparecen en el remake de Hollywood. A pesar de ser uno de los grandes aciertos de la película, la idea inicial no era llevar el musical al cine, sino simplemente adaptar la película alemana incluyendo una o dos de las piezas de Rodgers y Hammerstein. Solo posteriormente se decidió convertirla en una película musical completa, que incluyó temas de tanto éxito como Do, Re, Mi; The Sound Of Music, la genial The Lonely Goatherd, o la que hoy nos ocupa: My Favorite Things.


Raindrops on roses and whiskers on kittens
Bright copper kettels and warm woolen mittens
Brown paper packages tied up with strings
This are a few of my favorite things

Las gotas de lluvia sobre las rosas y los bigotes en los gatos
Las brillantes teteras de cobre y los mitones de lana calientes
Los paquetes de papel marrón atados con cuerdas
Estas son algunas de mis cosas favoritas

El tema original del musical es un vals en mi menor, de ritmo algo acelerado, con una estructura tonal muy simple en el comienzo, de solo tres notas. Aunque la letra aporta parte de la sal de la canción por su espontánea poética de lo cotidiano, parece que la melodía sencilla y pegadiza ha bastado en ocasiones para inspirar versiones muy poderosas. Ese fue el caso de la que John Coltrane hizo en 1961, solo dos años después del estreno del musical.

Existen infinidad de versiones del clásico de Rodgers y Hammerstein, pero muy posiblemente fue Coltrane el que llamó la atención sobre el potencial interpretativo de esta obra, convirtiéndola en una de las más visitadas de todos los tiempos por artistas de muy diverso pelaje. Como siempre ocurre, ha habido versiones más afortunadas y otras menos, más ortodoxas o más atrevidas; pero lo que es indiscutible es que después de haber pasado a través del saxofón de John Coltrane el tema perdió para siempre la inocencia, y ya nunca más volvería a ser el mismo.


Coltrane llegó a grabar dieciocho versiones en disco de My Favorite Things, una de las cuales, registrada con ocasión de un concierto en Tokio, duró 57 minutos. El distanciamiento de la versión original es evidente, y sin embargo conserva y acentúa bastante de sus características. Las versiones de Coltrane alargan la duración de la obra. El ritmo se vuelve más mecánico y machacón, quedando como base para una serie de adornos recurrentes e improvisaciones, que convierten la pieza en vehículo de sugestión próximo al trance. Por si a alguien le interesa, aquí hay una tesina muy recomendable que analiza la transformación del estilo de Coltrane a través de cuatro versiones sucesivas del tema. La tesis propiamente dicha es que el estilo de Coltrane evolucionó de forma paulatina, pero decidida, hacia el avant garde o free jazz en este período, lo cual se refleja de forma muy clara en la modificación del tema a través de las cuatro versiones. En 1957, Coltrane se había convertido al Islam tras superar una etapa de adicción al alcohol y las drogas, momento a partir del cual toda su vida empezaría a girar en torno a la religión, y la búsqueda de la forma musical adquiriría una trascendencia mística. Es interesante observar cómo el artista utiliza una pieza sencilla y relativamente clásica como soporte o punto de partida para la búsqueda de unas formas cada vez más alambicadas, complejas y personales. Algo que, arriesgándome a resultar pedante, compararía con la prospección formal de Picasso en su transición al cubismo, o de Miró o Van Gogh (entre muchos) en la búsqueda de un estilo nuevo y marcadamente personal. Por supuesto que John Coltrane merece más de un post dedicado en exclusiva, pero para no abusar me limitaré a sugerir a quien le guste, que escuche y compare un par de versiones de este artista.

Ahora solo me queda recomendar algunas de las versiones de otros artistas que considero más interesantes. Garantizo que quien las oiga todas se va a pasar lo que le queda del día tarareando la canción u oyéndola en su cabeza:

Esto es un mashup del dúo Pomplamoose (Nataly Dawn y Jack Conte), de 2008. Los autores del video subrayan que se trata de un mashup ortodoxo, aunque hecho con imágenes y sonido de producción propia. La inestabilidad tonal de la cantante hace recordar ligeramente la versión de Bjork, a quien no enlazo porque no la aguanto.


Aunque no incrusto el vídeo con la versión de Bobby McFerrin, éste sí lo enlazo porque no deja de ser original.

Youn Sun Nah, es una cantante de Jazz coreana muy aplaudida. Su versión de 2010, publicada en el álbum Same Girl, es bastante minimalista, ya que canta acompañándose exclusivamente de una kalimba. La lentitud y la tibieza melódica convierten la canción en casi una nana.


Por último, aquí tenéis lo que el autor de la versión, Joe Raciti (2010), llama un video canon. Lo que encuentro interesante, sin que sea para abrirse las carnes, es el componente de canon musical, que introduce superponiendo su propia voz en tiempos ligeramente desfasados, y el paralelismo entre el canon musical y la superposición de imágenes visuales. En el ritmo utilizado se puede apreciar que no es indiferente a Coltrane. También tiene un puntito histriónico que acusa ligeramente la perniciosa huella de Bjork.