Una de las cosas de las que podemos presumir los andaluces es de tener un himno bonito. Lo digo sin empacho porque creo que le puede gustar a cualquier persona, sea o no andaluza. A mí, desde pequeño siempre me ha emocionado.
El verano pasado me fui a dar un paseo en hidropedal con mis tres sobrinos mayores, María, Cristi y Manu (de siete, nueve y once años) y uno de ellos propuso que cantáramos una canción. Antes de que me diera tiempo a sugerir algo, Cristi dijo: “¡El himno de Andalucía!”. Inmediatamente, y ante mi asombro, los tres empezaron a cantarlo, y comprobé cómo se lo sabían de memoria de cabo a rabo. Yo me quedé avergonzado porque no recordaba más que el estribillo, pero en un par de rondas me refrescaron la memoria, y acabamos los cuatro cantando a grito pelado.
Los andaluces no somos hoy por hoy un pueblo especialmente nacionalista, al menos no en lo que se refiere a la reivindicación de una Andalucía independiente. Pero ese tipo de afirmaciones hay siempre que relativizarlo, porque el sentimiento nacionalista siempre depende de la situación histórica de cada pueblo y de su relación con los vecinos. Por eso es difícil rechazarlo o aceptarlo categóricamente. Yo puedo entender los nacionalismos que reaccionan contra la represión de otro nacionalismo más prepotente; aunque también es habitual que quien ataca se justifique precisamente en el victimismo. Pero nunca, ni en el caso de los oprimidos ni en el de los privilegiados, entenderé que alguien desprecie a otra persona a la que no conoce por el simple hecho de pertenecer a los otros. Pocas cosas me fastidian más que encontrarme con alguien que se empeña en demostrarme lo diferente que es cuando lo que yo intento es buscar un acercamiento.
Tiendo a decir que lo que yo tengo de andaluz es solo lo inevitable, lo que forma parte de mi naturaleza más indeleble. Mis recuerdos de infancia, los paisajes que llenan mi memoria, y una cierta actitud ante la vida que creo que si se exportara haría que el mundo fuera más hermoso. Ante todo reivindico el derecho de los andaluces a hablar como nos dé la gana, sin que por ello haya que exagerar rasgos ni imponer normas. Cuando alguien se atreve a insinuar que mi lengua es incorrecta o inferior a otras lo atajo diciendo que lo que me ha enseñado mi madre, y me sirve para comunicarme con ella y con mi gente no puede estar mal. Y esto lo dice alguien enamorado de las lenguas y a quien no le importaría poder hablar con cualquiera en su propio idioma.
La letra del himno de Andalucía la escribió Blas Infante, el padre de la Nación Andaluza.
A pesar de encerrar una reivindicación nacionalista y política, el autor tuvo la elegancia de elegir expresiones lo suficientemente abiertas y universales para que el himno fuera aceptado por cualquier andaluz independientemente de su ideología. Además transmite un mensaje altruista que destaca la voluntad de los andaluces de mejorar la humanidad. Solo hay una palabra que ha sido motivo de controversia a lo largo de los años. Aunque se suele hablar de tres versiones del himno, en realidad esas tres versiones solo difieren en esa palabra. La letra que hoy se considera oficial es la que fue aprobada por la Ley 3/1982 de 21 de diciembre sobre el Himno y el Escudo de Andalucía:
Podemos escucharla en esta versión sencilla, pero que puede agradar a cualquiera:
Los andaluces no somos hoy por hoy un pueblo especialmente nacionalista, al menos no en lo que se refiere a la reivindicación de una Andalucía independiente. Pero ese tipo de afirmaciones hay siempre que relativizarlo, porque el sentimiento nacionalista siempre depende de la situación histórica de cada pueblo y de su relación con los vecinos. Por eso es difícil rechazarlo o aceptarlo categóricamente. Yo puedo entender los nacionalismos que reaccionan contra la represión de otro nacionalismo más prepotente; aunque también es habitual que quien ataca se justifique precisamente en el victimismo. Pero nunca, ni en el caso de los oprimidos ni en el de los privilegiados, entenderé que alguien desprecie a otra persona a la que no conoce por el simple hecho de pertenecer a los otros. Pocas cosas me fastidian más que encontrarme con alguien que se empeña en demostrarme lo diferente que es cuando lo que yo intento es buscar un acercamiento.
Tiendo a decir que lo que yo tengo de andaluz es solo lo inevitable, lo que forma parte de mi naturaleza más indeleble. Mis recuerdos de infancia, los paisajes que llenan mi memoria, y una cierta actitud ante la vida que creo que si se exportara haría que el mundo fuera más hermoso. Ante todo reivindico el derecho de los andaluces a hablar como nos dé la gana, sin que por ello haya que exagerar rasgos ni imponer normas. Cuando alguien se atreve a insinuar que mi lengua es incorrecta o inferior a otras lo atajo diciendo que lo que me ha enseñado mi madre, y me sirve para comunicarme con ella y con mi gente no puede estar mal. Y esto lo dice alguien enamorado de las lenguas y a quien no le importaría poder hablar con cualquiera en su propio idioma.
La letra del himno de Andalucía la escribió Blas Infante, el padre de la Nación Andaluza.
A pesar de encerrar una reivindicación nacionalista y política, el autor tuvo la elegancia de elegir expresiones lo suficientemente abiertas y universales para que el himno fuera aceptado por cualquier andaluz independientemente de su ideología. Además transmite un mensaje altruista que destaca la voluntad de los andaluces de mejorar la humanidad. Solo hay una palabra que ha sido motivo de controversia a lo largo de los años. Aunque se suele hablar de tres versiones del himno, en realidad esas tres versiones solo difieren en esa palabra. La letra que hoy se considera oficial es la que fue aprobada por la Ley 3/1982 de 21 de diciembre sobre el Himno y el Escudo de Andalucía:
La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.
¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!
Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.
¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!
Podemos escucharla en esta versión sencilla, pero que puede agradar a cualquiera:
Y la palabra objeto de discusión es, cómo no, España. La ley citada dice que la letra que aparece arriba es la que se contiene en la partitura original. Sin embargo eso es cierto solo a medias, porque es verdad que la partitura que se conserva incluye esta versión, pero la versión de la Asamblea de Ronda de 1918, en que se aprobó la letra por primera vez, en realidad dice Iberia en lugar de España; por eso algunas personas creen que la letra debería quedar como en la versión de Ronda. La razón por la que Blas Infante eligió Iberia es que él concebía una federación panibérica de estados independientes en la que también estuviera incluído Portugal; pero los nacionalistas portugueses se opusieron a formar parte de cualquier unidad que pudiera dar a entender su integración en España, por lo que rechazaron la letra, que el propio Blas Infante decidió cambiar en versiones posteriores. La tercera variante es la que suelen utilizar los andalucistas nacionalistas, y sustituye España por los pueblos. En realidad si se eliminara la palabra, la canción no perdería mucho de su sentido, ya que al hacer referencia a la humanidad se entiende que todos están incluidos, pero la política es así.
Pero la reivindicación nacionalista y política de verdadero peso a la que me he referido arriba, que Blas Infante incluyó intencionada, aunque sutilmente, está en la famosa frase “pedid tierra y libertad”, ya que con la palabra tierra Blas Infante reclamaba una reforma agraria que acabara con los males congénitos de Andalucía y de su economía, basada en latifundios obsoletos y muy poco productivos. La palabra libertad en realidad se refería a la independencia de lo que Blas Infante y los nacionalistas andaluces consideraban el yugo español. La asamblea de Ronda promovía el reconocimiento de Andalucía como Estado independiente ante la Sociedad de Naciones. Sin embargo la letra ha trascendido al contexto histórico en el que surgió y puede hoy ser interpretada en un sentido menos específico, o de acuerdo con las circunstancias históricas actuales, que le darían un sentido algo diferente, aunque no menos reivindicativo.
Blas Infante fue un personaje muy inquieto, que maduró sus ideas a lo largo del tiempo. La conciencia política y social, y el compromiso con los jornaleros andaluces surgieron durante su ejercicio como notario en diferentes pueblos de Andalucía. En 1924 se convirtió al Islam, una de sus decisiones más criticadas, y utilizada sobre todo por la derecha "cristiana" para desacreditarle. Probablemente pretendía fundir en su propia persona lo que él consideraba dos pilares fundamentales de la cultura andaluza: la herencia romana, simbolizada en el Hércules que figura en el escudo de Andalucía; propuesto por él mismo, y el pasado musulmán simbolizado en los colores de la bandera. Blas Infante siempre mostró un especial interés por la tragedia de los moriscos, los últimos de los cuales habían sido expulsados apenas doscientos años antes. En 1936 fue fusilado por miembros de la Falange en la carretera de Carmona a Sevilla, sin previo juicio ni sentencia. Cuatro años más tarde fue juzgado de forma póstuma, y condenado simbólicamente por haber formado parte de una candidatura revolucionaria en las elecciones republicanas de 1931 y por su vinculación con el andalucismo.
La melodía del himno la compuso el maestro José del Castillo Díaz inspirándose en el Santo Dios, un canto popular religioso ampliamente extendido por España, que se cantaba especialmente en comarcas agrícolas andaluzas. Se trata de una composición de ritmo lento con caídas tonales al final de los versos, un rasgo común con otras composiciones populares españolas emparentadas con el fandango. El himno lo interpretó por primera vez la Banda Municipal de Sevilla, de la que José del Castillo era director, en la Alameda de Hércules, el 10 de julio de 1936, una semana antes de que estallara la Guerra Civil. Posteriormente se han adaptado diferentes versiones cuyas diferencias estriban sobre todo en la coincidencia de los acentos musicales con el texto, en el uso o no de polifonías, y en el acompañamiento.
Yo tengo preferencia por las que se cantan de forma espontánea y más o menos desordenada. No me agradan mucho las polifonías, ni los arreglos orquestales grandiosos, ni aquel aflamencamiento que intenta añadir a cualquier precio una nota personal. En general entiendo que el himno debe ser del pueblo, y oficializar una variante que no pueda ser cantada por cualquier andaluz entraña cierto riesgo de que le sea arrebatado.
No obstante, voy a recomendar dos versiones que encuentro interesantes porque han tenido cierta trascendencia histórica. La primera es de Jarcha, que por la época en que se grabó, coincidiendo con la Transición y el Estatuto de Autonomía de Andalucía, y por el propio éxito del grupo, fue muy popular.
La segunda es de Rocío Jurado. Aunque el toque personal es inevitable, creo que es una versión sincera, limpia y no demasiado pretenciosa; y además la canta una artista con una voz excepcional.
Para quien tenga curiosidad por el flamenco, recomiendo un disco en el que artistas de las ocho provincias andaluzas hacen versiones adaptando el himno a palos muy diversos, característicos de cada una de las provincias. Intervienen artistas de la talla de Carmen Linares, Paco de Lucía, Enrique y Estrella Morente, o Chano Lobato entre otros. Se titula Flamenco por Andalucía, España y la humanidad, y puedes escucharlo entero aquí.
La segunda es de Rocío Jurado. Aunque el toque personal es inevitable, creo que es una versión sincera, limpia y no demasiado pretenciosa; y además la canta una artista con una voz excepcional.
Para quien tenga curiosidad por el flamenco, recomiendo un disco en el que artistas de las ocho provincias andaluzas hacen versiones adaptando el himno a palos muy diversos, característicos de cada una de las provincias. Intervienen artistas de la talla de Carmen Linares, Paco de Lucía, Enrique y Estrella Morente, o Chano Lobato entre otros. Se titula Flamenco por Andalucía, España y la humanidad, y puedes escucharlo entero aquí.