El ser humano vive completamente inmerso en un mundo musical. No solo escuchamos música, cantamos o tarareamos a diario, sino que todos los mensajes que nos llegan a través de los medios audiovisuales vienen siempre acompañados de música, y aunque esto sea un fenómeno muy reciente, en realidad solo viene a ocupar el lugar que las canciones y la música populares han estado ocupando en el día a día de las personas desde hace miles de años. No hay una sola sociedad humana que sea ajena a la música, y el papel que ésta tiene resulta enormemente complejo desde muchos puntos de vista que van más allá de lo meramente artístico.
Sin embargo, a pesar de nuestra familiaridad con la música, y del conocimiento intuitivo que todos parecemos tener sobre lo que es, probablemente lo tendríamos muy difícil para explicárselo a alguien completamente ajeno sin recurrir a un ejemplo. En la película Children of a Lesser God (Hijos de un dios menor, 1986), la protagonista Sarah, una chica sorda, le pide a su novio, James, que le "muestre" la música. James lo intenta recurriendo a la mímica pero acaba desistiendo y reconociendo su incapacidad para hacerlo (se puede ver aquí a partir del minuto 2:00).
A veces para entender el papel de un fenómeno humano puede resultar muy útil analizar aquellos casos en los que tal fenómeno no existe. Por ejemplo para conocer el procesamiento del lenguaje ha resultado de mucha utilidad a lo largo del siglo XX estudiar casos de afasia provocados por lesiones cerebrales o por enfermedades genéticas. Para tener una visión profunda de la importancia de la rueda o del agua corriente puede ser muy útil estudiar cómo era el día a día de las personas que vivieron antes de que éstas empezaran a utilizarse, y cómo cambió todo después. En el caso de la música, puede sernos también de utilidad ponernos en la piel de un sordo, o de un extraterrestre que nos visitara por primera vez, y analizar la forma en que estos se acercarían al fenómeno musical, planteándonos cómo podríamos explicarles lo que es y lo que se siente al escuchar una obra musical. En el prólogo a esta serie ya presenté una de estas situaciones. Ahora voy a intentar sacarle punta a otra de ellas sin pretender ser muy exahustivo, ni mucho menos científico, sino simplemente usándola como un pretexto para plantear algunas de las perspectivas que sería necesario adoptar si se quiere tener un conocimiento más profundo de lo que es la música.
Imaginemos que en la Tierra recibiéramos la discreta y pacífica visita de una expedición científica de extraterrestres. Frente a lo que suele ocurrir, en esta ocasión aterrizarían en una nave espacial muy silenciosa, y tendrían la prudencia de apagar las luces y hacerse invisibles a los rádares antes de aterrizar. Una vez en la tierra, tampoco tendrían demasiado problema para observarnos sin que sospecháramos de su presencia. Para nuestra decepción, probablemente no seríamos la primera civilización inteligente con la que entraran en contacto y su llegada tendría cierto sabor de rutina.
A punto de pegar el cacharrazo |
Después de estudiar otros aspectos de la biología y la cultura humanas, decidirían hacer un repaso a nuestras manifestaciones estéticas. Es posible que a pesar de lo avanzado de su civilización quedaran sorprendidos por algunas singularidades del ser humano, y quizá de entre las cosas que más les sorprendieran, algunas pertenecerían a la categoría de lo que normalmente consideramos arte. También es posible que nuestras artes les resultaran muy ingenuas, o que simplemente no les dijeran nada. En el caso concreto de la música resulta muy improbable que tuvieran capacidad física para oír sonidos de forma natural, es decir: es muy posible que nuestros ilustres visitantes fueran sordos, o al menos que su capacidad para detectar ondas de sonido no estuviera afinada para un medio de las características del aire a una atmósfera de presión, y en un rango vibratorio de entre los 20 y los 20.000 hercios.
Imaginemos primero que fueran capaces de oír exactamente dentro del rango de frecuencias en que el oído humano percibe los sonidos. Ya digo que, aunque pudieran oír, esta coincidencia sería bastante rara; veremos por qué en un post futuro; pero aunque fuera una situación rara, no sería imposible. Pero poniéndonos en el caso, de que tuvieran capacidad para oír música de forma natural ¿serían capaces los extraterrestres de entenderla y de apreciarla? La respuesta es sí, con mucha probabilidad.
Es posible que al leer el título del post a más de un lector se le haya venido a la mente la película de Steven Spielberg Encuentros en la Tercera Fase (Close Encounters of the Third Kind) donde una serie de testigos de avistamientos de ovnis afirman que los ovnis que han observado emitían una melodía identificable: la archifamosa secuencia de cinco notas (Re, Mi, Do, do, Sol) que todo el que ha visto la película recordará bien. Los científicos comienzan dirigir emisiones de esa misma secuencia hacia el espacio exterior y reciben en respuesta una serie de números que acaban identificando con las coordenadas de la Torre del Diablo, en Wyoming, donde tendrá lugar el encuentro con los visitantes y la famosa escena de diálogo con los extraterrestres que podemos ver en este vídeo:
Obviando detalles librescos, el hecho de que se elija la comunicación musical pone de manifiesto la certeza de que ambas civilizaciones tienen conocimiento de estos códigos. Parece que el compositor de la banda sonora de la película, el gran John Williams, declaraba en entrevistas haber elegido esta combinación al azar entre otras 350, atendiéndo simplemente a su sonoridad. Sin embargo, como se comenta en esta interesante página (en inglés), la relación entre las notas en realidad incluye los parciales más sencillos de la serie armónica en la escala mayor (octava, quinta justa, tercera y segunda mayor).
Vale, diréis, pero esto es solo una película y no demuestra nada. ¿Por qué unos seres de planetas extraordinariamente
lejanos y de mundos probablemente muy diferentes de la Tierra habrían de
tener un sentido de la estética musical comparable al nuestro? La respuesta es sencilla: porque la armonía musical es universal. El oído humano
considera musicalmente armónicas combinaciones de sonidosque también son físicamente armónicas por la propia naturaleza de las ondas
sonoras, y esto debe suceder en cualquier lugar del universo. No
tendría sentido prescindir de una serie de "asideros" o marcas de referencia
acústicas que la propia naturaleza pone a nuestra disposición; y si el
oído humano ha evolucionado para asociar con sensaciones agradables
aquellos sonidos que físicamente son consonantes, lo lógico es que en
cualquier parte del universo donde un ser inteligente haya desarrollado
el sentido del oído las estrategias perceptivas y las inclinaciones
estéticas sean convergentes con las humanas, al menos en unos
aspectos básicos. En próximos posts sobre música y matemáticas
ampliaremos esta explicación.
Hasta aquí llegamos en la suposición de que los extraterrestres pudieran tener la capacidad natural de oír. Pero en cualquier caso, aunque no tuvieran esta capacidad, es muy probable que su avanzada tecnología les permitiera detectar y analizar nuestras emisiones de sonido. Siendo así, probablemente tardarían poco en darse cuenta de la importancia que el sentido del oído tiene para la comunicación en nuestra especie. Observarían cómo nuestra principal forma de comunicación consiste en la emisión de cadenas de fonemas basadas en unas reglas relativamente simples, pero muy eficaces. También observarían el extraño efecto que produce en nuestro comportamiento la percepción de determinadas secuencias auditivas generadas al forzar la circulación del aire por canales estrechos de diferentes formas y materiales, incluyendo nuestras propias vías respiratorias, o mediante el frote o el aporreo de diversos objetos.
Hasta aquí llegamos en la suposición de que los extraterrestres pudieran tener la capacidad natural de oír. Pero en cualquier caso, aunque no tuvieran esta capacidad, es muy probable que su avanzada tecnología les permitiera detectar y analizar nuestras emisiones de sonido. Siendo así, probablemente tardarían poco en darse cuenta de la importancia que el sentido del oído tiene para la comunicación en nuestra especie. Observarían cómo nuestra principal forma de comunicación consiste en la emisión de cadenas de fonemas basadas en unas reglas relativamente simples, pero muy eficaces. También observarían el extraño efecto que produce en nuestro comportamiento la percepción de determinadas secuencias auditivas generadas al forzar la circulación del aire por canales estrechos de diferentes formas y materiales, incluyendo nuestras propias vías respiratorias, o mediante el frote o el aporreo de diversos objetos.
Nuestros visitantes observarían que ciertas secuencias de sonidos tienden a alterar nuestro estado de ánimo de maneras muy curiosas, y a provocar comportamientos diversos: unas llenándonos de alegría; otras incitándonos al llanto (otro fenómeno que sin duda les resultaría curioso); otras apaciguándonos; otras llenándonos de agresividad o reforzando nuestra confianza; otras haciéndonos mover el cuerpo de forma coordinada con la melodía; otras invitándonos a realizar el acto sexual; otras haciéndonos vocalizar al unísono, etc. También se darían cuenta de que las mismas secuencias de sonido no surten idéntico efecto en todas las personas por igual, ni siquiera en una misma persona en diferentes momentos.
Podemos imaginar a un joven extraterrestre ambicioso e inquisitivo que encontrara en el fenómeno musical un interesante tema para escribir su tesis doctoral, y que se pusiera manos a la obra para analizar nuestras emisiones de flujo sonoro. Lo primero que descubriría es nuestra capacidad para detectar variaciones en la naturaleza de las ondas de sonido, concretamente en su frecuencia e intensidad. También observaría que somos capaces de detectar la naturaleza de un instrumento en función de las ondas secundarias que genera al producir una nota (timbre). A poco que profundizara, no tardaría mucho en advertir que toda pieza musical presenta un esqueleto rítmico más o menos evidente, y que todo se basa en el uso de una serie de estructuras regulares ancladas en ese esqueleto, especialmente en paralelismos y simultaneidades, progresiones y contrastes. Descubriría que la comprensión de las obras musicales conlleva una serie de cálculos matemáticos de ritmo y frecuencia relativamente complejos que nosotros hacemos de forma intuitiva con sorprendente precisión. Observaría que todas las piezas tienen un comienzo y un final bien delimitados, y una estructura global razonablemente unitaria. También observaría que en cada pieza hay una nota musical dominante alrededor de la que todo se organiza, y que además suele ser la misma nota con la que comienza y con la que termina. No se le escaparía que las siguientes notas más comunes son las que se encuentran tres y cinco intervalos más arriba o más abajo de esa nota central en una escala definida.
Igualmente analizaría qué diferencia los sonidos musicales de aquellos que no consideramos música, y si existe alguna relación entre los sonidos musicales y otros sonidos naturales que producen un efecto parecido en las personas. No dejaría de comparar la música humana con las melodías y los sonidos emitidos por otras especies, ni de comprobar si el resto de las especies muestra alguna reacción ante la música producida por el hombre.
Igualmente analizaría qué diferencia los sonidos musicales de aquellos que no consideramos música, y si existe alguna relación entre los sonidos musicales y otros sonidos naturales que producen un efecto parecido en las personas. No dejaría de comparar la música humana con las melodías y los sonidos emitidos por otras especies, ni de comprobar si el resto de las especies muestra alguna reacción ante la música producida por el hombre.
Probablemente nuestro visitante intentaría elaborar un catálogo de estructuras musicales, relacionando la forma de cada una de ellas con el efecto que produce en nuestro comportamiento. Es posible que llegara a saber cosas que nosotros mismos ignoramos sobre la música. Desde su superioridad intelectual y tecnológica, tal vez sería capaz de aplicar las reglas de ese catálogo para elaborar piezas musicales que superaran en eficacia a las más grandes obras compuestas por un ser humano. Podría jugar con nosotros manejando nuestro comportamiento con obras musicales de una fuerza irresistible.
Primeros pinitos |
Pero no se quedaría en el mero análisis de la forma musical. Probablemente se preguntaría por qué la música ha llegado a tener tal importancia en la vida de los hombres como medio de evasión, como elemento de cohesión social, de distinción o de prestigio. También se preguntaría cuáles han sido las condiciones evolutivas que han favorecido su aparición. Constataría que se trata de un fenómeno relativamente reciente, de apenas unos cientos de miles de años. Observaría que más que una adaptación al entorno natural en sí misma es un artefacto cognitivo que aprovecha otras capacidades adquiridas a lo largo de la evolución dándoles una función diferente o añadida a la que originalmente tenían.
Sin embargo, a pesar del profundo conocimiento teórico que nuestro experto pudiera acabar teniendo del fenómeno musical, es muy posible que su percepción de la música fuera distante, aséptica y meramente analítica. Tal vez constatara con decepción su incapacidad de sentirla como una experiencia estética, de experimentar en su propio cuerpo el fenómeno musical, de que la música ocurriera en su interior. Su comprensión de la música podría no pasar de la desconcertada y envidiosa contemplación de una partitura por parte de una persona completamente sorda de nacimiento.
En su afán por entender qué sentimos los humanos, el extraterrestre recurriría a la analogía, comparando la música con las arrobadoras experiencias de su especie ante la contemplación de paisajes de infrarrojos, al enorme placer táctil de deslizar sus cuerpos por superficies de texturas expresamente creadas para excitar sus sentidos; o al elaborado cortejo y la lenta consumación de actos sexuales inimaginables para nosotros; pero no tendría ninguna certeza de que tales comparaciones realmente sirvieran para trasponer la experiencia musical humana.
Entonces quizá intentaría construir una interfaz que le permitiera sentir la música igual que lo hace un humano, convirtiendo las ondas sonoras en impulsos de energía conectados directamente a sus centros de placer. Para ello tendría que estudiar cómo procesa la música nuestro cerebro, y de qué forma una pieza musical evoca imágenes y sensaciones en la mente de una persona.
En su afán por entender qué sentimos los humanos, el extraterrestre recurriría a la analogía, comparando la música con las arrobadoras experiencias de su especie ante la contemplación de paisajes de infrarrojos, al enorme placer táctil de deslizar sus cuerpos por superficies de texturas expresamente creadas para excitar sus sentidos; o al elaborado cortejo y la lenta consumación de actos sexuales inimaginables para nosotros; pero no tendría ninguna certeza de que tales comparaciones realmente sirvieran para trasponer la experiencia musical humana.
Entonces quizá intentaría construir una interfaz que le permitiera sentir la música igual que lo hace un humano, convirtiendo las ondas sonoras en impulsos de energía conectados directamente a sus centros de placer. Para ello tendría que estudiar cómo procesa la música nuestro cerebro, y de qué forma una pieza musical evoca imágenes y sensaciones en la mente de una persona.
Un larguísimo recorrido al final del cual seguiría sin tener la certeza de haber entendido qué es la música, aunque sí habría comprendido hasta qué punto el ser humano es un animal musical, y cuántas de nuestras singularidades confluyen en este fenómeno.
[Las fotos que aparecen en este post son de cosecha propia]
Muy interesante,pero debo decirte que los extraterrestres hace ya tiempo que estan entre nosotros y que incluso hay uno en particular que lleva tiempo mandando mensajes a través de su música. Se le conoce como Aphex Twin o Richard D. James entre otros akas. Te recomiendo que busques su biografía y que escuches algo de su obra. Te recomiendo en especial el ep llamado Ventolin(que por razones obvias a mí me influyó bastante).
ResponderEliminarPor cierto la secuencia de sonido de Encuentros también aparece,dos años despues, en Moonraker de James Bond en un código de botones de una puerta de seguridad en Venecia. Como dato curioso.
Un abrazo y adelante!!!
Muchas gracias por tus comentario, Xabi. Nada más que por eso, y por lo que he disfrutado escribiéndolo, ha valido la pena hacer el post. Respecto a la presencia de extraterrestres (o seres interdimensionales) entre nosotros yo no tengo ninguna duda. Yo siempre pienso que el niño que vive en casa de Aysha tiene la cabeza y los ojos demasiado grandes para ser jordano. Además de otra forma no se explica que entre y salga a través del espejo. Investigaré la música de Aphex Twin a ver si encuentro algún mensaje interesante. Para lo de la melodía de cinco notas dudé si valía la pena enlazar en el cuerpo del post este hilo de un foro donde una panda de frikazos entabla una conversación acerca del significado. Me pareció que era un poco mear fuera del tiesto, pero ahora sí aprovecho tu comentario para recomendarlo. Una de las teorías más sensatas dice que John Williams pretendía evocar el sonido de un timbre de puerta. Aquí el enlace: http://www.godlikeproductions.com/forum1/message487573/pg1
EliminarTus extraterrestre tienen formas ciclolumínicas o soy yo que estoy obsesionada?
ResponderEliminar¿Ciclowhat? He mirado en Internet y eso no existe.
EliminarLe he dado un repaso a todo el blog tras leer esta entrada. Sólo había visto lo de Blas Infante y lo de Marbella. Veo que lo iniciaste hace ya un tiempo. Escribes de cine, compa. Hay varios descubrimientos musicales que me han gustado. Tus seguidor@s mu majeton@s. No he podido evitar una carcajada al leer tu comentario sobre Aysha, sus ojos y el espejo.
ResponderEliminarMuchos ánimos, avanti y un puñao de energía positiva (esta, terrestre).
Muchas gracias, compañero. El blog lleva tiempo, pero cuesta madurar las cosas, y poco a poco voy dándole un aspecto más presentable. Se agradecen los ánimos, porque a veces desmoraliza ver que no hay muchas visitas a pesar del curro que tiene un post de estos. Intentaremos al menos que a quien se tome la molestia de entrar le compense.
EliminarPero para que haya visitas debe haber difusión. Tú tienes "posibles" para llegar a gente, a mucha gente (desde un email personal, privado). El de la música, con según qué enfoques, puede ser un tema-miel que no atraiga a muchas 'moscas', pero tal como lo abordas, al menos a mí, me parece interesante y ameno. De hecho me he metido para volver a escuchar a tus 'descubrimientos escoceses compartidos'. En cualquier caso, por informar al personal y decirle que lo difunda en su ámbito no se pierde nada y seguro que muchos ganan, como me ha pasado a mi, aunque no le pueda dedicar el tiempo ni la calma lectora que me gustaría y merece.
ResponderEliminarAbrazo gordo
Yo soy muy respetuoso con la privacidad de la gente. Solo publico en mi muro, twitter, y le mando el enlace a quien sé que puede estar interesado, pero mo me gusta dar la vara. Ya iré aprendiendo truquillos para dar difusión al blog. Por cierto, que mi post más popular es uno sobre cómo escribir caracteres especiales en español. Tiene cerca de 10.000 visitas, y lo escribí en el blog de uno de mis grupos de español como uno más de esos posts que se hacen para ayudar a los alumnos.
EliminarPor cierto que si con los escoceses te refieres a la especie de "Operación Triunfo" etiqueta negra que se ha montado Stuart Murdoch a mí también me parece de lo mejor que ha pasado por este blog. No hay un tema que no me guste de esta gente, y eso que Belle and Sebastian en puridad no me termina de llegar. Si te interesa, hace unas semanas me curré una playlist en Youtube que tiene todo lo que he encontrado siguiendo un orden más o menos lógico: http://www.youtube.com/watch?v=kCE0TeFYLMU&feature=results_main&playnext=1&list=PL1ECC316879B8E0B6
EliminarMuy prometedor este inicio de la serie, Miguel. Y las fotos muy logradas. No te desanimes por la escasez de lectores, irán llegando más, el blog lo merece, y en todo caso, el trabajo de reflexión y volcado es enriquecedor en sí mismo. Besitos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Espe. En realidad, si termino la serie me sale para un libro, lo que pasa es que hay que estudiar mucho. Por cierto que uno de mis posts pronto alcanzará las 10.000 visitas, aunque está en otro blog y no es "de creación" no deja de ser insólito: http://b21amman-feb2011.blogspot.com/2011/02/caracteres-especiales-del-espanol.html
Eliminarexcelente analogía ,
ResponderEliminarme gusto bastante y llegue aquí buscando respuesta a algo que ami mismo me hace pensar bastante en mi diario vivir.
seria agradable algún día poder ver la reacción de alguien totalmente ajeno a esta civilisacion y encontrarse frente a la música
y si pudiera construir tal interfaz para sentirla como nosotros, nunca mas podria dejar de pensar en ella.
saludos